lunes, 22 de agosto de 2011

Por Giuliana Caruso.


La joven Anne estaba sentada sobre su lecho cuando un ligero golpe en la puerta interrumpió sus cavilaciones. -Adelante- suspiró ella, cambiando su rostro por uno más alegre. Una de sus criadas abrió la puerta de golpe y cruzó la habitación velozmente, no sin antes saludarla cortésmente.
-Señorita, su padre me ha enviado a comunicarle que debe prepararse ya- dijo la criada a Anne, quien asintió ligeramente en respuesta a sus palabras. -Y me ha dicho que le diga, también, que debe verse especialmente hermosa esta noche, pues hay un importante joven que desea presentarle-
-Así es, conozco de sus intenciones de emparejarme con el conde Francis. Mas no estoy deseosa de que llegue el momento de conocerlo- aseguró Anne. La criada, sin replicar, ayudó a Anne a reemplazar el vestido que llevaba puesto por uno más lujoso, adecuado para el tipo de acontecimiento que la esperaba esa noche.
-Me retiraré en busca de nuevas órdenes de su padre, señorita. Volveré cuando sea preciso que usted baje a recibir a los invitados. Con su permiso- dijo la criada a gran velocidad, y terminó por marcharse.
Pero pronto volvió, como había prometido, y con precisas órdenes de su padre de que Anne bajara cuanto antes. Ella fingió la mejor sonrisa que pudo y salió de su habitación. Caminó por los pasillos acompañada de su criada, que se frenó cuando llegaron a las escaleras, quedándose de pie en lo alto mientras ella bajaba.
Ya había gente dispersa en la sala; varios grupos de hombres bebiendo, vestidos en imponentes vestimentas de fiestas, hablando con total seriedad. Algunos estaban acompañados por sus mujeres, que los tomaban del brazo en silencio, sin atreverse a emitir un infortunado comentario.
Su padre se acercó a ella en cuanto terminó de bajar el último peldaño. -Conde Francis, permítame presentarle a mi hija Anne- le habló a su joven acompañante. Éste tomo la enguantada mano de Anne y la besó. -Es un placer- le dijo, dejando su mano a un costado. -El placer es todo mío- mintió ella, intentando ocultar el desagrado que le producía pensar en las intenciones de su padre de emparejarla con ese hombre.
Días después llegó la discusión, cuando su padre le anunció que el casamiento sería en una semana dado que el conde Francis había quedado encantado. -Pero él no es quien pretendo, padre. Lo conozco de escasos minutos en esa fiesta que usted dio en su honor días atrás- reclamó la joven, pero su padre no cedió. El casamiento ya estaba arreglado, y sería la celebración más grande jamás vista.
Esa misma noche, su amado hizo acto de presencia. Anne se asomó por la ventana, sigilosa, para que nadie en la casa la escuchara. -Amado Henry. ¿Qué haces aquí a estas horas? Alguien podría verte-
-Oh, amada mía. Vengo a rogarte que no entregues tu mano al conde Francis- respondió el aludido. -Estaría dispuesto a pasarme la noche en vela, recitándote hermosos poemas, esta y cada noche de mi vida, solo con tal de que no aceptaras casarte con ese hombre, sino conmigo-
-Que arrojes piedras a mi ventana y me recites poemas hasta el amanecer no cambiará la decisión de mi padre. Depende de él, y no de mí, entregar o no mi mano al conde Francis- respondió la joven con pesar. -Sin embargo, te prometo amado mío, que no permitiré que ese hombre me tome como su esposa- Dicho esto, la joven cerró la ventana, y despidió a su amado con una última mirada a través del grueso vidrio, antes de cerrar con fuerza las pesadas cortinas.
Unas pocas noches habían pasado, y Anne ya se encontraba enfundada en su vestido de novia. Su criada daba vueltas alrededor suyo, arreglando los últimos detalles en su cabello y sus joyas. Después que terminó con ella, se excusó -Me retiraré a controlar que el resto de los criados esté cumpliendo bien su trabajo en la cocina. Con su permiso, señorita- dicho esto, salió de la habitación, dejando a Anne sumida en un profundo silencio.
Recordó su promesa y se dijo a si misma que la cumpliría. Si su amado Henry no podía tomarla como su esposa por ser un plebeyo no aceptado por su padre, entonces nadie lo haría. Ni siquiera ese poderoso y bien parecido conde que la pretendía. Se recostó sobre su lecho y tomó la daga que había ocultado bajo la almohada la noche anterior y, aún acostada, atravesó de un golpe su vestido de novia justo en medio de su pecho.

Giuliana Caruso.

Reseña " Romeo y Julieta "

La edición de Romeo y Julieta -William Shakespeare- de J. M. Jaumà fue escrita en 1997 e impresa, por primera vez, en el año 2000 por la editorial Vicens Vives. La obra está dividida en cinco actos, cada uno de ellos subdividido en escenas, y escrita en 133 páginas. Además, la traducción es acompañada por una constante anotación y cuenta con un extenso prólogo y una guía para el análisis de la obra.
El argumento de la obra se basa en la trágica relación de dos jóvenes que se ve limitada debido a la imposibilidad de su integración a la sociedad de esa época, en la cual su amor representaba una deshonra a su linaje a causa de la eterna enemistad entre ambas familias. La historia se da lugar en Verona, ciudad de Italia donde los Capuleto y los Montesco residían. Romeo, heredero de los Montesco, entra enmascarado al baile de los Capuleto y se enamora instantáneamente de su única hija, Julieta, quien corresponde sus sentimientos. Ellos deciden casarse en secreto, sabiendo lo imposible de su relación debido a la rivalidad de sus familias.
Shakespeare relata la obra mezclando entre escenas la comedia y la tragedia, y recurre frecuentemente a las metáforas para expresar opiniones que serían, de otra manera, rechazadas por completo por la sociedad. “Romeo y Julieta” representa un cuestionamiento a la sociedad de aquella época. Por ejemplo, la determinación de Julieta a no aceptar la imposición de su padre, cuando éste decide casarla con Paris, constituye una clara protesta contra el matrimonio impuesto.
Además, el amor juega un rol principal en la obra. En un principio, Romeo reniega de sus sentimientos por Rosalina y presenta al amor como un sinónimo de dolor. Sin embargo, al conocer a Julieta, cambia completamente su concepción del amor, dispuesto a enfrentar a su familia y renunciar a su apellido, solo por el amor que siente por Julieta. Este mismo sentimiento es el que logra terminar, al final de la obra, con la enemistad entre las familias Montesco y Capuleto.
En resumen, “Romeo y Julieta” es una obra, conocida como un clásico,  en la cual Shakespeare presenta al amor como vencedor del odio y que, por otro lado, aprovecha el contexto de la obra para lanzar constantes reclamos y cuestionamientos a la sociedad de esa época.


¡GC!